Mensaje del Arcángel San Gabriel para el Mundo a través de la Vidente y Profeta del EMI María de la Cruz en el Cenáculo de Oración por la Salvación de las Almas “La Sagrada Familia”
31 DE DICIEMBRE DE 2013
11:00 HRS.
Os digo hoy, que habréis de considerar la ocasión que tomó vuestro Señor Jesucristo para nacer fuera de Nazaret:
Jesús, Hijo de María y dado al Señor San José, hizo una jornada y salir con su intento, porque “EN AQUELLOS DIAS SALIO UN EDICTO DE AUGUSTO CESAR, QUE TODO EL ORBE SE EMPADRONASE, ACUDIENDO CADA UNO A LA CIUDAD DE DONDE TENIA SU ORIGEN; EN CUMPLIMIENTO DE ESTO, FUE JOSE DESDE NAZARET A BELEN, PARA ENCABEZARSE ALLI CON MARIA, SU ESPOSA, QUE ESTABA PREÑADA” (Lc., 2, 1, 3, 4 y 5).
En este hecho ponderaré cuán diferente son los pensamientos de
Dios y los de los hombres, los del Rey del Cielo de los del rey de la Tierra. Porque este edicto estaba fundado en soberbia, ambición, jactancia y avaricia, mandando más de lo que podía; esto es, que todo el orbe se encabezase, como si todo fuera suyo, y deseando que todos profesasen ser sus vasallos y le pagasen pecho, aunque fuesen pobres y necesitados. Pero, al contrario, el Rey del Cielo, Jesucristo, todos Sus pensamientos los tenía puestos en humildad, pobreza y sujeción, y en hollar pompas, riquezas y vanidades. No viene a mandar ni a ser servido, sino a obedecer y servir a todo el mundo (Mt., 20, 28). Y en confirmación de esto, quiere que Su Madre y Él en Ella, se encabecen y profesen ser vasallos de Augusto César, y le paguen tributo, para confundir con este ejemplo la soberbia y codicia del mundo. Porque si el Rey de reyes y Monarca de todo lo criado entra en el mundo humillándose y protestando vasallaje a un rey terreno y malo, ¿qué mucho me humille Yo y Me sujete a toda humana criatura por su amor? (1 Petr., 2, 13). ¿Y qué soberbia será no humillarme al mismo Dios, reconociéndome como Su vasallo, y pagándole con obediencia el tributo que le debo?
Dios y los de los hombres, los del Rey del Cielo de los del rey de la Tierra. Porque este edicto estaba fundado en soberbia, ambición, jactancia y avaricia, mandando más de lo que podía; esto es, que todo el orbe se encabezase, como si todo fuera suyo, y deseando que todos profesasen ser sus vasallos y le pagasen pecho, aunque fuesen pobres y necesitados. Pero, al contrario, el Rey del Cielo, Jesucristo, todos Sus pensamientos los tenía puestos en humildad, pobreza y sujeción, y en hollar pompas, riquezas y vanidades. No viene a mandar ni a ser servido, sino a obedecer y servir a todo el mundo (Mt., 20, 28). Y en confirmación de esto, quiere que Su Madre y Él en Ella, se encabecen y profesen ser vasallos de Augusto César, y le paguen tributo, para confundir con este ejemplo la soberbia y codicia del mundo. Porque si el Rey de reyes y Monarca de todo lo criado entra en el mundo humillándose y protestando vasallaje a un rey terreno y malo, ¿qué mucho me humille Yo y Me sujete a toda humana criatura por su amor? (1 Petr., 2, 13). ¿Y qué soberbia será no humillarme al mismo Dios, reconociéndome como Su vasallo, y pagándole con obediencia el tributo que le debo?
Ponderaré también que, aunque este edicto se fundaba en soberbia y codicia, quiere Dios que sea obediente de los suyos, porque gusta obedezcamos a nuestros superiores en todo lo lícito que nos mandaren, aunque lo manden por sus propios intereses y dañados fines, reconociendo en ellos a Dios, cuyo lugar tienen (Mt., 23, 3).
Y así, Jesucristo nuestro Señor levantó de punto esta obediencia, haciendo esta jornada por cumplir la voluntad del Eterno Padre que había ordenado naciese su Hijo en Belén de Judá (Mt., 2, 6); Mich., 5, 2), aunque su providencia tomó este edicto del emperador Augusto como medio para conseguir su intento.
Y como Jesucristo nuestro Señor venía al mundo a cumplir, no Su voluntad sino la del que le enviaba (Jo., 6, 38), quiso nacer en el lugar donde Su Padre había ordenado, y nacer obedeciendo, como murió obedeciendo, para que todos aprendamos a obedecer.
Con la misma Paz del Señor, Arcángel Gabriel.
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