Habla Dios Padre,
Hijitos Míos, vosotros habláis de la Pasión de Mi Hijo, solamente al final de Su Vida, al llevar la Cruz, al sufrir por vosotros, por Sus sufrimientos cruentos a través de los soldados, del pueblo romano contra Él, Su Crucifixión y Su Muerte pero, Mis pequeños, la Pasión de Mi Hijo, Sus sufrimientos, se dieron durante toda Su Vida.
Ya alguna vez os he platicado de esto, pero poco meditáis sobre ello, Mis pequeños, porque en Su Donación, siendo Dios, al tomar naturaleza humana, sufrió como humano por causa del Pecado Original, primeramente, y luego sufrió de los ataques de muchos de Su mismo pueblo, quienes, en vez de alegrarse por tener al Mesías ya entre ellos, lo atacaban.
Imaginad por un momento que vosotros sois Mi Hijo, que estáis llenos de Amor y que queréis salvar al pueblo elegido, que tenéis deseos inmensos de dar Mi Conocimiento, de llevarles Mi Amor y Mis Bendiciones y vosotros, en vez de tener apoyo de los que creéis que son vuestros parientes, amigos, conocidos, vecinos y aún de la propia Iglesia, del Templo, sus sacerdotes, no tenéis ése apoyo, estáis solo, os sentís solos.
De esto meditáis poco, Mis pequeños, de ésa soledad de Mi Hijo, porque no era apoyado, ciertamente Lo seguían muchos, porque reconocían Sus capacidades, en cuanto a los dones y poderes Divinos pero, como muchos, muchos que conocéis aún en estos tiempos, se aprovechan de aquellos de los cuales pueden obtener un bien. Y así, seguían a Mi Hijo, muchos de ellos para ser curados de sus males, de sus enfermedades, quizá de años y, al quedar sanos, podían tener una vida más libre, sin molestias, pero no para crecer espiritualmente, sino para pecar más.
Es triste, Mis pequeños, Yo, que leo los corazones, veía a tantos que se acercaron a Mi Hijo para obtener su sanación de cuerpo, pero su alma estaba cerrada al cambio.
Recibían sanación de cuerpo, pero no para mejorar espiritualmente, al grado de que muchos de ellos apoyaron a los escribas y fariseos, gritando el “¡crucifícaLe!”, que acabó con la Vida de Mi Hijo, Quien, solamente les traía crecimiento espiritual, Amor, Sabiduría Divina, un cambio benéfico en lo espiritual, principalmente, y que, si hubieran vivido de corazón y aceptado Sus Enseñanzas, siendo el pueblo escogido, iba a ser el pueblo ejemplo para toda la humanidad. Pero al despreciar todo lo que os dio Mi Hijo y que les dio en ésos momentos, perdieron la primogenitura, perdieron ésa elección de ser el pueblo, en el cual Yo Me iba a apoyar, para que enseñaran a todos los pueblos de la Tierra todas las grandes cosas que obtendrían de Mí. Iba a ser el pueblo profeta por excelencia, pero despreciaron todo lo que se les dio a través de Mi Hijo.
Desgraciadamente, en estos tiempos, las almas también están cerradas a todo lo que viene de Mí a través de Mi Hijo. Estáis viviendo, la gran mayoría de vosotros, para el mundo, os atraen demasiado las cosas del mundo y de eso se ha encargado satanás, para que vosotros tengáis primero, en vuestra vida, los placeres, todo aquello que halague a vuestro cuerpo, que os haga sentir bien, que os llenéis de las cosas que os van a facilitar la vida, pero, como aquellos, pueblo judío, no buscáis el crecimiento espiritual, que es el que os va a dar la vida eterna, Mis pequeños.
¿Veis cómo no estáis buscando lo Verdadero? Estáis solamente buscando lo que necesitáis para vuestro cuerpo durante vuestra vida sobre la Tierra y, ¿qué es vuestra vida sobre la Tierra?, nada, si la comparáis con la eternidad, es un granito de arena de toda una playa inmensa, y eso es lo que estáis escogiendo en estos momentos, solamente un granito y no estáis preparados para recibir todas las arenas de las playas, que eso es lo que os quiero dar a cada uno de vosotros, como premio eterno. No sabéis pedir, no sabéis escoger, no sabéis vivir realmente como debéis vivir. Estáis viviendo para el mundo, no estáis viviendo para el Cielo.
Pedid Sabiduría Divina, Mis pequeños, en el corto tiempo que os queda, antes de las grandes pruebas que ya tenéis encima, para que la Luz de Mi santo Espíritu os haga ver la realidad de vuestra vida y, aunque sean los últimos momentos, podáis vosotros cambiar vuestro destino eterno.
Os repito, no es fin del mundo, es fin de tiempos, podéis todavía ganar un tiempo más sobre la Tierra, en los Cielos Nuevos y en las Tierras Nuevas que se os darán, pero debéis cambiar de corazón, ayudados y respaldados en Mi Sabiduría Divina. Si no os apoyáis en Mí, vuestro cambio benéfico no se dará.
Gracias, Mis pequeños.
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