Los tiempos que vienen
En oración en mi habitación.
Una monja seglar me ha dado el último mensaje de Lucía. No revela para mí nada nuevo. Es lo que tú, Señor, me has ido revelando poco a poco. Sólo confirma la realidad del mundo en que vivimos. Quisiera, Señor, si esto pasa, no sobrevivir a tantos muertos. Tengo miedo.
Hija mía, es natural que tengas miedo. Es algo terrible lo que le espera a la humanidad, pero es más terrible morir sin Dios, y parte de la humanidad se perderá porque sólo creen en sí mismos y en su egoísmo.
Hija mía, es natural que tengas miedo. Es algo terrible lo que le espera a la humanidad, pero es más terrible morir sin Dios, y parte de la humanidad se perderá porque sólo creen en sí mismos y en su egoísmo.
El mundo, hija mía, vive desenfrenadamente, aturdidamente, embebidos en sí mismos se pierden en la lujuria y no se dan cuenta de que se han rebajado al nivel del animal. No piensan. Sólo se dejan llevar por el deseo, el instinto y nada más.
Hija mía, no te preocupes de lo que te pasará, si lo podrás aguantar, si te morirás de miedo o no. Todas las hipótesis sobre el momento no te llevarán ni a ti ni a nadie a la realidad del momento.
Sólo piensas en tus familiares. Quisieras tenerlos reunidos contigo, pero tú debes pensar en que Dios dará luz a las personas que crean para que vean que ese fenómeno no es natural. El Señor mandará a sus ángeles para que indiquen y reúnan a las familias. Piensa que antes que suceda pasarán muchas otras cosas por las cuales los hombres estarán sobreavisados de que algo va a suceder. La mayoría de las familias se reunirán, se buscarán y muchas personas irán a refugiarse en las iglesias, que deberían permanecer abiertas, pues es donde estarán los fieles mejor.
Tú no hagas nada. Acoge en tu casa a todo el que venga, sea quien sea. No importa que te cambies de casa. Lo que importa es que en esos momentos tú sepas acoger, infundir ánimos, tener serenidad y la tendrás.
De este, diríamos, asunto ya está todo dicho y hablado. Sólo le queda a Dios actuar y eso está en su voluntad. Como Padre, da tiempo. Espera para castigar. En este caso Él no castiga: sólo deja que la humanidad caiga en su propio hacer, diríamos, no les ayuda y sí protegerá a los que cree que son víctimas del egoísmo humano, de los poderosos, del mal vivir de los hombres. Pero todo el que crea y siga el mandato divino, aunque se convierta ahora, será salvo. Todo el que clame a Dios con verdadero arrepentimiento, todo el que dé la vida por su hermano, llegue al sacrificio por su prójimo, se salvará del infierno. Eso no quiere decir, de la muerte, ya que muchos inocentes morirán porque se desatará tal horror, que morirán muchos creyentes e inocentes, pero ellos verán a Dios. Y, como tú piensas, y piensas bien, morir, todos tenemos que morir. Lo que importa es después. ¿Qué pasa con el alma?
A veces, hija mía, es mejor no sobrevivir a las tragedias, es mejor sucumbir a ellas, si nos espera la gracia de Dios. Pero lo lógico es que queden personas de fe que luego cojan las riendas para tirar adelante, con la fe, el amor y la caridad de Cristo. Por ello tendrá que quedar gente que guíe al rebaño disuelto. Para los que no saben, empezar a vivir una vida que no será fácil, pero que, con esperanza en Cristo, será más suave. Tendrán toda la ayuda del cielo y la alegría de la vida en Cristo. (18 - 4 - 1999)
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